Estábamos en un crucero por las islas griegas, todo iba perfecto, pero una mañana nos levantamos y el cielo estaca encapotado y nos comunicaron que había muchas posibilidades de lluvia pero que serían débiles. Sobre las cinco de la tarde empezó a llover y con el paso de la tarde la lluvia cada vez se hacía más intensa, hasta que llegó un punto que llovía desmesuradamente y el barco empezó a hacer movimientos extraños y el capitán nos comunicó por megafonía que nos pusiéramos los chalecos salvavidas y que permaneciéramos todos juntos.
Todo estábamos muy nerviosos y algunos en cualquier momento podrían perder la poca calma que tenían, cuando de pronto el barco dio un fuerte golpe, y otro y otro...
Desperté desconcertada pensando en lo ocurrido a partir de los fuertes golpes, pero mi memoria no lograba recordar nada. Tras un rato aturdida decidí que lo mejor sería levantarme poco a poco para ver dónde estaba, con quién más estaría allí y para pedir ayuda si me fuera posible.
Me incorporé lentamente y la sensación que tenía me decía que algo malo estaba por llegar, empecé a observar a mi alrededor, pero no había señales de vida alguna y mis nervios empezaron a aflorar. Logré controlarlos y sin sacar conclusiones precipitadas emprendí mi recorrido.
En la playa no había nada por lo que me adentré en el bosque, había muchas frutas de muchos y varios colores pero ni rastro de ningún ser vivo. Volvió el agobio, me encontraba mal decidí que lo mejor sería sentarse a la sombra de un árbol, para pensar en lo que estaba viviendo, pues me parecía imposible. No tenía nada ni a nadie.
Cuando estaba por darlo todo por perdido sentí que alguien me observaba en silencio, y en efecto allí había una persona que me miraba fijamente.
La saludé, pero no me contestó, nos observamos durante un rato pero ninguno decíamos nada y en un alarde de valentía me acerque a la persona, y cuando llegué a su lado vi algo raro en ella, después de observarnos un poco más me di cuenta de que aquella persona en silencio quería decirme algo con la mirada que yo no sabía interpretar, entonces de pronto me agarró una mano y me hizo seguirla.
Entramos en una especia de poblado con varias casitas, pero allí no había personas sino que había animales los cuales tenían la vida propia que tienen los humanos. Al verme todos actuaban con cuidado y me observaban como si yo fuera algo raro y en ese momento mi miedo empezó a aumentar al igual que mis ganas de llorar y de gritar, incluso sentía que por momentos me volvía loca.
Pero una pequeña cabita se acercó a mí se puso a dos patas y me dio una de sus pezuñas, tras pensarlo un rato acepté y la seguí, me enseñó todo el poblado y poco a poco todos los animales volvieron a la normalidad y me trataban como si yo ya fuera una más de allí.
Tras el agradable paseo me retiré a otro lugar para pensar que seria de mi vida a partir de ese momento y llegué a la conclusión de que todo tenia en mi pueblo, mi familia, mis amigos, todos los progresos que allí había aquí no tendría ninguno y que al principio seria muye duro y que me costaría acostumbrarme pero que podría intentarlo y además la idea de empezar una vida nueva, con "gente" nueva, nuevas costumbres, nuevos retos me gustaba cada vez más y por eso decidí volver con mis nuevos amigos pero tampoco descartaba la idea de regresar en algún momento a mi vida anterior.
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